miércoles, 26 de diciembre de 2007

Taller de Introduccion a la Narracion Oral Fray Luis Beltran

PERRO QUE LADRA NO COME

Había una vez un perro que ladraba mucho y estaba atado, no dejaba dormir a la gente. Quería comer factura pero la panadería estaba cerrada
Entonces se le ocurrió que quería un huesito. El huesito estaba atado en el pilar de la casa blanca pero no lo pudo encontrar.
Ante esto solo queda reflexionar que como bien dice el dicho perro que ladra no muerde y se queda sin el pan y sin la torta, o mejor dicho, en este caso, perro que ladra no come y se queda sin facturas y sin hueso.
(Relato construido entre todos en tiempo breve)

viernes, 21 de diciembre de 2007

LA PAYASA



Era la madrugada del 18 de diciembre en el comedor de Fray Luis Beltran. Los rayos del sol se filtraban por las ventanas.
De pronto apareció una payasa que lloraba, eso causo asombro
-que pasaba? – se preguntaron los niños que se encontraban tomando el desayuno.
Las lagrimas caían sobre su rostro y desprendían su maquillaje. Su personaje había quedado como un bello recuerdo.
La payasa Catalina quedo entonces “libre” de envoltorios y ataduras. Aquello que le molestaba se convirtió en alegría puesto que ya no debía trabajar mas en el circo. Una productora la había contratado para cantar y bailar, ese había sido su sueno desde chiquita.
Los proyectos que había sonado para ella por fin se hacían realidad.
Como Catalina era muy charlatana tardo cinco horas en contarle a los chicos todo lo nuevo y mágico que le ocurría en esta nueva etapa feliz de su vida.
Los niños le hicieron el aguante y con mucha dulzura le propusieron acompañarla en su primer gira artística
Con mucha inteligencia y dedicación idearon un carro con forma de payaso para que ella nunca se olvidara de ellos y del trabajo que le había permitido conocer tantos amigos.
Todos felices acompañaron a Catalina hacia el teatro y allí disfrutaron de un hermoso show.
Ese mismo ano le entregaron un premio Magazine en el monumento a la bandera.
Grupo de apoyo escolar Fray Luis Beltran.

LA RANA ROMINA.


Era una vez, en un estanque vivían una familia de ranas y un sapo viejo. La ranita Romina que así se llamaba, era muy traviesa, ella sólo pensaba en jugar y no le importaba a quien molestaba como a toda jovencita. Su mamá todos los días regañaba a su pequeña Romina (la ranita) que saltaba y mojaba a quien se pusiera a su alcance. De pronto el viejo sapo Facu que era un poco más cascarrabias le dijo: ¿no podes jugar sin molestar a todos los que te rodean? Le recriminó: "me mojaste, saltaste sobre mí, ¿qué más vas a hacerme?". Por tus juegos no ves el peligro á tu alrededor. Pero Romina no le dio importancia. Un día ella saltaba de un lado a otro, sin ver que una víbora se acercaba y que iba derecho hacia ella. Cuando se dio cuenta, la víbora ya la tenía a su merced; pero ocurrió algo que nadie esperaba, el viejo sapo Facu, se cruzó al medio sin importarle nada, y la víbora se quedó tiesa, porque no era lo mismo una ranita que un sapo viejo. La víbora dio media vuelta y se fue. La rana le agradeció a el sapo Facu y la ranita Romina entendió que se debe respetar a los viejos. Y le dijo:
"nunca más voy a molestarte y cuidaré de ti como vos lo hiciste conmigo". El sapo Facu le dio las gracias y vivieron muy unidos, jóvenes y viejos respetándose ambos.
BLANCA YAVAGNILIO.

INTUICION

Flora era una niña triste, que vivía con sus abuelos, siempre escondida tras sus ante ojitos de grueso cristal, sombría de unos 11 años.
Siempre miraba hacia lo lejos como esperando algo o alguien.
Sus padres aparentemente según sus abuelos habrían muerto cuando ella era muy niña.
Pero para Flora parece que no, en su corazón latía la esperanza de que algún día los vería.
Nunca jugaba con nadie ya que la casa estaba retirada de la ciudad. Concurría a una escuela del campo donde solo eran unos 20 alumnos de diferentes edades.
Sonia, la maestra, había citado a la abuela de la niña para informarle sobre la conducta de Flora.
Le habría dicho, lo preocupada que se sentía al verla con actitudes muy extrañas ya que siempre jugaba con fotos y alfileres; cuando ella le requería que estaba haciendo, las guardaba rápido.
Carmen, abuela de Flora también era una persona extraña, tampoco tenía amigas, solo visitaba el cementerio donde supuestamente según ella estaban enterrados los padres de Flora, su hijo y su nuera.
Cierto día llegó a su casa un vendedor ambulante “Don Juan” quien mostró su mercadería, donde tenía también agujas y alfileres.
Carmen preguntó: ¿Qué sale las agujas y alfileres?
Siempre compro y nunca tengo… no se…
Detrás de la cortina del viejo comedor, se asomaron unos anteojitos, era Flora, le brillaron los ojitos al ver agujas y alfileres, pensó pronto la abuela los guardará en su costurero y ahí podré sacárselos.
Así cada vez, mas agujas y alfileres, hasta que un día en la casa solo se escucharon gritos de dolor, provenían de la habitación de los abuelos.
Flora corrió y corrió por los campos, ganó la calzada, subió a un colectivo y pidió un boleto a Rosario.
El portero de la escuela llamó varias veces, mandando por la maestra a preguntar por la niña ya que esta no asistía a clases.
Al ver uno y otro día todo en silencio este empujó la puerta y ¿Horror!, ahí sobre la cama yacían los abuelos de Flora, maniatados y cubiertos o mejor dicho clavados con agujas y alfileres y frente a ellos, un viejo Baúl o cofre grande de madera con recortes de diarios ya amarillentos esparcidos por el piso, en uno de ellos decía pareja de desconocidos roba de la puerta de una casa en la ciudad de Rosario, calle Entre Ríos 634 a una niña de escasos 2 añitos, Flora Gutiérrez.


Cualquier semejanza da la realidad es pura coincidencia


María Rosa Pérez de Yacuzzi