viernes, 24 de octubre de 2008

La Aventura de Contar

Taller de Introducción a la Narración Oral desarrollado en el Auditorio de la Fundación Coinag.
Esta actividas ha sido Auspiciado por la Fundación Coinag y la ONG Orientación para el futuro.

Todas estas producciones han sido realizadas por maestras y bibliotecarias que han participado de este taller y a quienes agradecemos profundamente su confianza y respeto.
Estas historias surgen desde la oralidad, desde esas enormes ganas de contar y aqui estan para compartirlas .

"PLACERES"
De repente no pudo seguir soportando el cosquilleo que le recoma el cuerpo de par a par. Un extraño sudor helaba su frente mientras se retorcía en la cama enredándose entre las sábanas. Su mente estaba en blanco solo había un pensamiento, el de saber que en la habitación contigua se encontraba ella, la única que podría complacer sus deseos de pasión.
Despeinado, ardiente y descalzo bajó del lecho, caminó en punta de pies y apoyó su oído sobre la puerta de la habitación, no quería que nadie pudiera verlo en estas condiciones.
Cuando estuvo completamente seguro de que todos dormían, tomó entre sus manos transpiradas el picaporte de bronce y con un simple movimiento la puesta quedó abierta. Cada vez estaba más cerca de poder satisfacer el instinto animal que en ese momento lo gobernaba. Ella, solo pensaba en ella.
En plena oscuridad y a tientas recorrió el espacio que los separaba. Los latidos de su corazón se aceleraban con cada paso al saberla cada vez más cerca suyo, cerca de su cuerpo.
De pronto escuchó un ruido y se detuvo como lo haría un ladrón ante el peligro de ser descubierto. Pero solo se trataba del viento sacudiendo las ramas de un árbol.
Apenas centímetros los separaban, nuevamente el sudor, el cosquilleo, el pelo revuelto sobre su rostro y el placer a pleno.
Estiró una mano, abrió la puerta y con la otra la sostuvo para que no hiciera ruido. Ya podía verla, quieta, mansa y tranquila envuelta en una especial blancura que la hacía aún más deseable.
Con el último hilo de cordura que le quedaba se detuvo y quiso volver a la cama, apretó fuertemente sus manos, desvió los ojos para no mirarla pero su corazón guió los sentidos. No pudo resistir más, humedeció los labios con su lengua y se abalanzó sobre ella. Al tenerla capturada entre sus manos y abriéndose con una boca gigantesca, que la quería tragar completa meditó por un minuto y solo se escuchó en un tono muy débil y de confidencia:
—La dieta la empiezo mañana, ahora me devoro la porción de lemon pae.

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... Yo no sé si ustedes me van a creer, pero ¡o que les voy a contar, que pasó, pasó...
Un día, de esos lluviosos, mi mama para entretenernos, se sentó con tijeras, platicólas, cartoncitos y un montón de revistas de colores y recortó muchísimas fotos preciosas. Después las pegó sobre los cartoncitos y así fabricó un montón de rectángulos con figuras que nosotros denominamos NAIPES, por ponerles nombre nomas... cuando llovía nos sentábamos juntos y ella ponía los naipes al revés. Luego nos preguntaba: - ¿Cuál va a salir ahora? Y nosotros jugábamos, imitábamos sonidos y nos reíamos mucho. Pero el que más nos gustaba era el naipe de la risa: en él había chicos que se reían muchísimo y cuando a parecía, todos nos reíamos también, a pura carcajada.
Pero un día el naipe de la risa se perdió y no reímos más (de esa forma tan especial). Durante un tiempito dimos vuelta la casa entera buscándolo nada, no aparecía. Consultamos a todos: a papá, a la abuela (como no tenía los anteojos no veía nada), fuimos de algunos vecinos, nado. nadie lo había visto, ni el carnicero, ni la señora de la granja de la esquina, ni los murciélagos que dormían en el techo de Doña Clotilde y nosotros ni mu, ni una risita se nos escapaba. Tanto fue así que todos estaban preocupados porque no nos reíamos como antes, la maestra, el pediatra, la panadera, la abuela y hasta ellos ninguno se reía de la misma manera.
Mamá había propuesto, después de toda una noche sen dormir. dibujar un naipe parecido, pero no hizo falta, porque esa misma noche el naipe de la risa apareció. Estaba en el fondo del cajón de los Juguetes, medio mordido y un poquito arrugado... ¿Saben por qué? El más pequeño de la familia con esa manía de llevarse todo a la boca lo había dejado en esas condiciones y gateando lo había llevado hasta ese lugar. ¡Qué alivio! Después de esa noche larga, rápidamente la noticia corrió por todo el barrio y las carcajadas se escuchaban y hasta los murciélagos bailaban, cantaban y se sentían gorriones. Todo era con ganas, a carcajadas limpias.
Así, que por si acaso, ahora ponemos los naipes bien altos, en una repisa: ia ver si todavía se nos pierde al naipe de las golosinas!.

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En un pequeño pueblo viven dos niños que eran grandes amigos, Juan que tiene 10 años y Marcos de 9. Juntos iban a la escuela y hacían miles de travesuras.
Una de las muchas tardes que pasaban juntos, estaban merendando y susurraban, (para que la madre de Juan no escuchara), que travesuras podían hacer.
Salieron de la casa con rumbo desconocido, cuando se cruzaron con Doña Porota. la vecina que estaba regando sus plantas. La saludaron y cuando no los vio se escondieron rápido detrás de los arbustos. Pensaron y pensaron y hablaban bajito para ver que podían hacer; ya que siempre Doña Porota les dejaba la vereda mojada y debían caminar por la calle.
De pronto Marcos salió corriendo, Juan quedó mirando, sorprendido, no entendía que era lo que pasaba. Sin demorar un segundo más, regresó y en su mano llevaba escondida una tijera, y en su rostro:
una sonrisa enorme.
En puntitas de pie y casi como hormigas sin dar sospechas, fueron directo a la manguera y zas.... la cortaron. Empezaron a correr tan rápido que tiraron todo lo que tenían a su paso. hasta que se escondieron de nuevo detrás del arbusto.
No podían parar de reírse al ver la cara de Doña Porota, cuando vio que de la manguera no salía ni una gota de agua y por supuesto ya se había dado cuenta quienes la habían cortado. Fue directo a su casa, cerró la puerta y se empezó a reír porque ella sabía y también decidió hacerles una jugarreta a sus pequeños vecinos.
Salió con escoba en mano y gritando ¡¿quién habrá sido?! Si lo agarro le doy con mi escoba. Ellos escondidos y asustados temblaban tanto que el arbusto se movía para todos lados. Despacito y sin apuro ella también se asomó por arriba del arbusto y les dijo ¡los encontré!. Desesperados comenzaron a correr y corrían y corrían cada vez más rápido hasta que llegaron a la casa de Juan, entraron y de un portazo cerraron la puerta. Se apoyaron en ella, pálidos del susto y temblando del julepe que se habían pegado.
De pronto se asoma a ver que pasaba la mamá de Juan, que había escuchado el portazo y un títirineo de dientes, y les preguntó: ¿qué pasó? ¿qué hicieron esta vez? Ellos con tanto miedo y temblando le cuentan todo lo que había pasado y porque lo habían hecho. Entonces la mamá les dijo: tienen que pedir perdón; así que abrió la puerta y ahí estaba Doña Porota. que guiñándole el ojo a la mamá. y con cara muy enojada, los miró fijo como esperando una palabra. Ellos la miraron y medio escondidos, le pidieron perdón y le prometieron no hacer más travesuras si ella cada vez que regara no mojaba más la vereda.
Doña Porota prometió que no les iba a mojar más la vereda y los invitó a comer una rica torta que recién había sacado del homo.
Y colorín colorete este cuento a terminado y entrara otro mañana cuando abra la ventana.
Kohan. Maia C.

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El sonido insoportable del reloj anuncia que es la hora de levantarse, son las 6:20 hs. y casi sin asomar la mirada por debajo de la cobija lo programo para que suene dentro de diez minutos. Me doy vuelta y me dispongo a dormir como si esos diez minutitos fuesen eternos... pero cuando quiero acordar vuelve a sonar y no me da otra alternativa más que encender la luz y salir de la cama.
Me visto con una muda de ropa que dejé preparada la noche anterior, seguro que incluye algún jogging.
Voy al baño, me lavo la cara, me cepillo los dientes y me peino con una colita y unos cuantos invisibles. Busco mi bolso y una campera y me dirijo a trabajar.
Con mi bicicleta recorro tan sólo cuatro cuadras que me separan de la panadería de la que mis padres son dueños y yo atiendo, cuando la suerte no me golpea con algunos días de reemplazo.
Al entrar, una ráfaga de vapor acumulado durante toda la madrugada me empaña los anteojos y me obliga a caminar sigilosamente hasta dejar mis pertenencias y poder limpiarlos.
Sin ningún entretiempo a las siete en punto levanto las persianas, pongo el poco cambio que quedó del día anterior en la caja y después de acomodar los lácteos, que son los primeros clientes en llegar, me dispongo a poner la pava.
Algunos días entre cliente y cliente se hierve porque no me dan ni tiempo de apagarla y entre un viejito que me pide el pan más blanco y otro que lo quiere más tostado, yo me cebo los mates. A veces fríos otras lavado pero mate al fin y al cabo.
Cuando se van haciendo las ocho, llega María, una señora de caderas prominentes, que viene a salvar la reputación de mi mate. ¡Ella si que ceba ricos mates!. A veces con una cucharita de café, otras con algún yuyito raro que hace bien no se para qué. Pero como soy una tomadora de mates constante nunca digo que no! Dulce, amargo, con cascara de naranja, etc., etc., etc., soy fiel a toda ronda de mates que se me presente.
Mate va, mate viene suena mi celular, es mi mamá que me avisa que está en camino y que apenas llegue ella, yo me voy, porque tengo un reemplazo en un jardín.
En bicicleta pedaleando sin aliento, con algunos bártulos en mi bolso allá me voy contenta, esto es lo que me gusta!
Pero en mi barrio, aunque ya sea maestra para la gente siempre voy a ser la panadera.
Cintia Fogante

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PAISAJES ESCOLARES
Cada tarde de la semana en la escuelita del barrio Norte la obra recomienza con sonrisas de caritas sucias perfumadas a mandarinas y caramelos.
Pero obligada a resignarme a algunas acostumbradas ausencias, que siembran huecos silenciosos entre los chiquitos de este primero.
Puede ser que. Celeste se acerque con un racimito de solcitos silvestres que no llegaran a ser esos pomponci+os voladores con los sueños de alguna infancia, y me los obsequie feliz.
Casi siempre. Daiana corre del lado de su mamá, para llenarme de abrazos y de regalos rescatados de su atesorado corazonci+o.
Ya Ángel, tras un recreo atrasado y unas lágrimas precipitadas, dejó atrás esos días en que sólo se escuchaba su nombre para regresarlo al trajín de su cuaderno.
Brisa, como siempre, no prestará atención a las normas, imponiendo su sentir, dejando, quizás volar mil pájaros de inquietud, alborotando el frágil equilibrio del salón. ^
Luego, el grupo de niños y yo, la seño, caminamos rutinas de saludos y escrituras con tizas y lapicitos cortos y prestados para ir al encuentro con ansias del descanso del recreo y la leche.
Todos los días crece el bullicio de palabritas sin "erres" o "eses" bien comidas que se entrelazan con peleas reconciliadas.
Enmarañados con los útiles y las tizas seguimos trabajando en el panal donde se prepara la dulce miel de las palabras y los números.
En cada ronda sugerida, ellos esperan la sorpresa de la fantasía. arrullados con un libro o con la quimera que brota de mi boca y un títere que los provoca.
Podrán además maravillarse con esos juegos sacados de mi galera inventiva para soltar amarras en un mar de risas, con dados, plastilina, palitos o rompecabezas.
De vez en cuando puede que acudan a mí. con un "ma". un "tía" o un "abuela" de confusión, queriendo contar sus pequeñas historias que encierran importantes sentidos.
Así llego al final de cada jornada agotada, pero sigo esperando el siguiente día para volver al encuentro de esas sonrisas perfumadas.
26/08/08 Gabriela Mengibar

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Era una mañana como cualquiera, estaba tapada hasta la cabeza, tenía mucho frío y de pronto se escucha la típica música de la alarma del celular avisándome que era hora de levantarme. Abro mis ojos, me pongo las pantuflas y derecho al baño. Toco la puerta y me doy cuenta que alguien me había ganado, espero en la puerta con mucho frío, no estaba ni la estufa prendida.
Por suerte el que estaba en el baño hizo rápido y por fin me tocó a mi, ya tenía hasta las piernas cruzadas. Me empiezo a cambiar buscando la ropa más cómoda.
Cuando miro el reloj y veo que sólo me restan pocos minutos, es ahí cuando me doy cuenta que debo apurarme.
Me cambio casi volando. Paso por la cocina y no hay ni café hecho, saco un yogurt y me lo tomo lo más rápido posible.
Me abrigo aún más y salgo audazmente en mi bici media dormida y a mitad de camino me doy cuenta que me olvido el celular, vuelvo, busco la llave y tampoco las tengo, enseguida me prendo del timbre hasta que alguien se apiada de mí y me abra la puerta.
Entro corriendo busco el celular y las llaves sino al mediodía me quedo afuera, vuelvo a salir aún más rápido, porque sólo me restan tres minutos. Menos mal que me queda cerca, pensaba por dentro.
Ya estoy en la puerta de la librería, abro y por suerte me habían dejado el hogar prendido, me acerco un banquito, me siento y aprovecho para mirar los títulos nuevos que llegaron. Pero apenas abro el primer libro se escucha tring tring el timbre de la puerta, me levanto atiendo y era una cliente que quería que le recomiende que lectura podía leer su hija de 16 años que no le gusta nada y menos sentarse y perder el tiempo en esto. Recién llego y ya comienzan los problemas y aún no pude hacer el pedido a los mayoristas y menos organizar los repartos del día y mira la hora que es. No importa empezaré ayudando al cliente y luego el resto. Entonces me puse a disposición de la señora y le empecé a ofrecer diferentes título, pero se empezó a complicar nada le gustaba de lo que le mostraba. Por dentro pensaba, menos mal que no todos los clientes son ¡guales.
Hasta que di justo en su punto débil, te mostré uno de esos libros recién calentitos sacados de la imprenta, no era tan caro pero su contenido valía oro.
Se tomó todo su tiempo, se sentó y me pidió unos minutos que quería leer unas páginas para ver su contenido, yo le dije que lea tranquila que no había problema. Y obvio yo podía aprovechar ese tiempo para empezar con todo lo que tenía que hacer y que estaba bastante atrasada.
A penas me senté, se acercó y me dijo: me lo llevo, busqué papel de regalo para envolverlo mientras ella buscaba para pagármelo. Aproveche para recomendarle algo para ella y regalarle algún folleto informativo y la despedí deseándole suerte.
Cierro la puerta y empecé. No me daban las manos para escribir y organizarme, mientras pensaba se me pasó toda la mañana y todavía no se dónde está la dueña. Cuando me doy vuelta y veo en el cuaderno de notas un cartel que decía: "me fui a Rosario vuelvo a la tarde si puedo". Por mi cabeza se me cruzaron miles de problemas, uno de ellos era que ya no me tenía que quedar hasta la hora de siempre sino dos más. En ese momento no me Importó mucho esa noticia, estaba más enloquecida con los pedidos y viendo tareas pendientes.
Se acercaba la hora de salida cuando recuerdo que me tenía que quedar, no me podía ir; ya estaba más que agotada y cansada. Y aún tenía que volver a la tarde y cuando salga de ahí me faltaba ir al gimnasio y recién es lunes el primer día de la semana y todo lo que falta aún para que llegue el fin de semana. Qué estresada que estoy, no llego ni al miércoles.

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Las agujas del reloj marcan las trece horas, justo el momento que comienza el recorrido rumbo a mi trabajo, soy docente de nivel inicial.
AI llegar con mi bicicleta, observo algunos nenes jugando a la pelota, también hay dos perros en la puerta de la Institución. Al ingresar me dirijo por la galería a mi sala, que es la que está en el medio, allí se encuentran mis dos compañeras y la directora conversando.
Dentro de mi sala, funciona la dirección, gran parte de la tarde estoy rodeada de mucha gente. También del sonido del teléfono, que a menudo me interrumpe en la actividad programada. El grupo y yo, con el transcurrir del tiempo nos fuimos adaptando.
Día a día quieren ingresar, parecen rayitos de sol entrando por la galería. Me saludan, me dan besos, tienen ganas de contarme cosas. Algunos no esperan, van diciendo todo lo que sienten.
La mayoría de los niños son conversadores, colaboradores, excepto Pablo, un nene muy tímido. No se comunica con nadie, pero participa de algunas actividades que realizamos.
Varias veces, logro acercarme a él, y noto que le da mucha vergüenza, algunos de sus compañeros piensan que él no puede hablar, ante esto les digo, que en algún momento lo va a hacer.
Es la hora de jugar en construcciones, (los nenes eligen autos y maderas; las nenas dakis). En un rincón estaba Pablo construyendo una pista, dónde sus autos andaban con rapidez, un compañero grito: "seño, Pablo habla". Cuando me acerco, Lautaro que era el nene que había escuchado esas palabras, les contaba a todos sus compañeros, lo que había sucedido. Era una sorpresa para todos.
Pablo estaba tan atrapado en su juego, que no levantaba su rostro, seguía con su timidez. Todos se acercaban y querían que les digiera otra palabra, pero no sucedió esto, sus labios se quedaron quietos, solo sus ojos con vergüenza me miraban.
Algo muy importante había sucedido para todos. Pablo por primera vez habló. A partir de ahora todos saben que todos pueden hablar.
Creo que a medida que pase el tiempo, éste niño tan silencioso asombrará a todos con sus palabras.
Son las cinco de la tarde, la jornada se termina y cada niño se retira con algún
familiar.
Yo también me voy rumbo a mi hogar, donde me esperan mis dos hijos y mi
esposo.
A pesar de estar trabajando en un lugar muy carenciado, de ver tantas injusticias,
me llevo la alegría y el amor que me brindan esos seres tan pequeños y
maravillosos.
Andrea Conde.

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La acción está por comenzar cuando las ondas más armónicas de mi cerebro se interrumpen por el caos electrónico de la alarma despertador, tal como sonaría un vertiginoso derrumbe de .un obelisco de gigantes ollas y tapas de aluminio... (del aluminio de ahora, nooo el de antes... que seguramente sonaba mejor!"). Acto seguido: la tecnología se encargará de vengar el sabotaje aplicado a su primer intento de perturbar MI PAZ y comenzarán a sonar los acordes de una reconocida salsa de Gloría Stefan ( TAN -TANTÁN -OYE MI CANTO...).Esa fue la segunda alarma, que no es mía sino de alguien que odia la salsa y la utiliza para despertarse. Ahora la lucha entre el yin y el yan, la ira y el sosiego, ¿estrello el reloj contra la pared? ¡NOOOO! lo necesito para mañana!!! ¿mate o café?, ¿café con leche o sólo?... ¿vas vos al baño o yo? OK. ¿pone la pava?.
Luego de pantuflear, abrir y cerrar puertas o cajones de antiquísimos muebles que son herencia de familia y de recorrer la casa "chorizo" de punta apunta tantas veces que sentencio: "La caminata de hoy ya no la hago... y encima me falta la clase de spining hasta la escuela... Ahí voy. ¡Qué lindo es ser pobre! Si eso implica valorar estas piernas que me llevan a mi trabajo, estos pulmones recibiendo henchidos el primer aire de la fría mañana de agosto..., estos brazos que se agitan en alto si me cruzo con algún conocido... está bueno! Y así me voy con la mejor sonrisa dibujada... "¡Ah Dios! ...Estos privilegios no son pa' cualquiera...".

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PALABRAS VIAJERAS
Las palabras van y vienen, vienen y van, cambiando de dueños... creadores... soñadores... que se permiten jugar como niños con ellas.
Cuando viene lo hacen para deleitarnos entre cuentos y fantasías
o quizás poemas o pensamientos, entonces algunas de ellas o muchas quedan guardadas en los bolsillos ocultos de la mente, listas para volver a
salir y así recuperar y transformar nuevas ideas.
Las palabras van, retoman el viaje, desde esas imágenes que se entrelazarán en rumbos narrativos volviendo a recorrer extraños laberintos. Y podrán echar raíces en suelo fértil permitiendo el renacimiento de árboles literarios cumpliéndose el ciclo de las palabras que no dejaron de andar'.
Hoy, yo logré colgarme del árbol palabrero y comencé a columpiarme de sus ramas para emocionarme con esas palabras viajeras.
Gabriela Mengibar San Lorenzo. 20/08/08

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Y comienza el día...
Nos despierta el sonido del celular, reemplazo obligado del viejo
despertador que ya fue....
Un nuevo día...gracias a Dios....
Me levanto primera como corresponde a toda ama de casa y madre presurosa, después del baño, voy a la cocina a preparar el desayuno, y allí está esperando que todos despertemos.....con su
rabito movedizo. Miranda nuestra cachorrita cocker de 10 meses que me saluda con mucho amor perruno de ese que nos hace bien. Corro a abrirle la puerta del patio, y allí se queda esperando el momento como todas las mañanas...... nuestra caminata.
Terminamos el desayuno, saludo de por medio, esposo e hija, parten a sus respectivos trabajos, y llegó el momento.....
Miranda se prepara, busca su correa, corre por toda la casa, esperando que se la ponga, y abro la puerta.... sale corriendo
hacia el jardín de la casa, cierro la puerta y comenzamos la caminata diaria. .parece que sus orejitas vuelan y sus patitas casi no tocan el suelo....
El día luce primaveral, es temprano, está fresco, pero el sol nos promete un día espectacular, caminamos rapidito, tratando de mantener un ritmo, a veces interrumpido, por los olores preferidos de Miranda o algún otro perro que aparece en la vereda, saludo cortito y continuamos caminando.
Las calles de Alberdi, tienen ese no se que..., como el tango, y yo lo disfruto día a día, sus árboles, sus plantas, sus aromas....
Ya los brotes están apareciendo, ya los jardines se van decorando con hermosos platines, y arbustos nuevos, ya se percibe la llegada de la primavera....
Primera parara, la plaza Santos Dumont, suelto a Miranda, que sale corriendo atrás de los pájaros, que muy tranquilos, buscaban su desayuno y prontamente vuelan buscando refugio en algunos de los árboles de la plaza.
A mi memoria, llegan recuerdos, si esa placita hablara,... en cada arco una historia de mi adolescencia parece tomar vida..........
Pasaron muchos años, pero quedaron para siempre grabados en cada rincón.
Los ladridos de Miranda me traen a la realidad, continuamos la caminata, estamos tan cerca del río............................. Bajamos a la costanera, y su grandeza marrón me deslumbra,
trato de contagiarme esa energía gigantesca, su fuerza es tan
grande....
El cielo esta hermoso, azul radiante y el sol brillante pinta con
destellos dorados la superficie robusta del río marrón, el brillo se
confunde entre las olas y me imagino a los peces, deslumbrándose
en sus profundidades...
Seguimos caminando por su orilla, pisando su arena blanda,
sintiendo esa sensación tan linda. Miranda corre a algunas
gaviotas de río que se acercan a la orilla, buscando su desayuno
diario, me las quedo mirando, es increíble, como flotan en el aire,
Parecen colgadas de un hilo invisible del cielo, puestas ahí por
alguna mano celestial, y de repente, bajan, de repente suben, es
grandioso verlas, como cabalgan sobre el viento....
Me siento un rato sobre la arena, y disfruto del paisaje, tan visto y
tan admirado por mis ojos durante toda mi vida, y no me canso...
El puente como gigante centinela de cemento, quiebra el paisaje
natural, es el progreso que lo invade, pero no importa, la fuerza de
la naturaleza es más grande y yo por suerte la puedo disfrutar
todos los días y doy gracias...
Llegó la hora de volver, caminando más despacio, con paso más
relajado. Miranda y yo volvemos a casa, a la rutina diaria, con
mucha alegría y esperando el nuevo día para repetir la caminata...

miércoles, 26 de marzo de 2008

TALLER LITERARIO INFANTIL

¡ESTAMOS EN PELIGRO!
Lucrecia Laura estaba en el centro de la plaza y se le ocurrió ir a la calesita. Se subió y la calesita empezó a dar remolinos y desapareció.
Todos estaban preocupados por esa niña. Los vecinos de enfrente no la veían para nada, claro que ella era la única que estaba en la plaza. Todos decían que era una nena fantástica. Siempre miraba la tele, pero ese día quiso ir a la calesita y no tuvo suerte ¡justo le pasó a ella que no salía nunca, pobrecita! ¿Qué había pasado con la niña? ¿Y la calesita?
Pasó un año y todos supieron que por el giro rápido se anuló la ley de gravedad, ella voló y desapareció.
Mientras todos estaban ansiosos por saber dónde estaba, se supo: ¿saben dónde estaba? Estaba con su enamorado, Martín Ivansoch soñando en la Luna.MICAELA LANDRIEL

CUENTO A PARTIR DE RECORTES DE OTROS CUENTOS

El minotauro era un hombre toro monstruoso que asolaba a la humanidad.
Se trataba de un hombre de uno o dos metros de altura, muy fornido, sobre cuyos hombros lucía una cabeza de toro con ojos humanos. Al ver a Teseo, se incorporó de su lecho de paja y huesos humanos donde estaba echado y se abalanzó sobre el héroe. Después de librar un terrible y desigual combate, Teseo logró eludir al monstruo y con un solo golpe de espada, lo decapitó.
Allí, la joven Ariadna puso en las manos del héroe una pequeña bolsa cuyo contenido nadie conocía, él la tomó y, con su espada desenvainada, se perdió en la primera de las galerías del laberinto mientras su mano libre hurgaba en la bolsa y dejaba caer unos pequeños objetos.
Al fin, en un cuadrado central, en el que desembocó de improviso, se halló frente al gigantesco monstruo, el Minotauro. El monstruo lo venció y a pesar de que esa región era muy poblada, nadie más se volvió a acercar nunca más, aterrorizados por el monstruo. El cuadrado central era un gran espejo.MAGALI GIUDICE

CARLOS Y SUS HERMANOS (a partir de una fotografia)

María era una mujer que tenía cuatro hijos, el mayor, de cinco años, Carlos; las mellizas, Daniela y Cecilia de cuatro años; y el más chico Lucas, recién nacido.
María no tenía a nadie que la ayudara a cuidar a u hijos. Un día comenzó a sentir muchos dolores. Decidió ir a un hospital, para hacerse unos análisis, el resultado de éstos era cáncer. Ella sin entender nada le pregunta al doctor si era grave y cuánto tiempo le quedaba. Éste le dice: es muy grave, le quedan sólo dos meses de vida.
María, al otro día, lo primero que hizo que poner en adopción a sus hijos, porque ella sabía que no podría cuidarlos. El estado de ésta mujer empeoró día a día, tanto que en menos de una semana murió.
Quince años después…
Carlos sospechaba algo: que era adoptado, después de encontrar unos papeles de adopción, no dijo nada, sólo le pareció sospechoso.
Un día al llegar de la facultad se asoma por la ventana y escucha a sus padres decir algo como:
- Cómo le diremos a nuestro hijo que es adoptado?.
- Ya veremos el momento indicado.
Rápidamente, Carlos entró en la cocina, donde estaban sus padres, y les pide que le digan toda la verdad. Estos acceden y le contaron todo, también le cuentan que tenía tres hermanos.
Fue así que Carlos se propuso encontrar a todos sus hermanos para unirse nuevamente.
El primero que encuentra e a Lucas, que tenía 15 años. Le costó un poco hacerle saber la verdad, después de un año pudo encontrar a sus hermanas. Las dos estaban casadas, Daniela esperaba su primer hijo.
Uno meses después los cuatro hermanos realizan una fiesta por su reencuentro y todos prometen que nada, ni nadie los va a volver a separar.

LUCÍA ESCOBAR, MAGALÍ GIUDICE Y MACARENA MATTIUZZI

FERNANDO Y EL BAÚL MÁGICO

Un niño llamado Fernando tenía un abuelo, Augusto, que tenía un llamativo y antiguo baúl.
A Fer le causaba mucha curiosidad lo que el baúl llevaba dentro, pero su abuelo le prohibió estrictamente que lo abriera hasta sus veinte años, y él recién tenía diez años.
Pero un día Ferchu, como lo llamaba su mamá, no aguantó más y lo abrió. Lo que llevaba dentro era realmente sorprendente. Era como un espiral, lila, amarillo, azul y rojo. Metió la mano en él y luego sintió un fuerte viento, que lo empujaba hacia el baúl, era como ir por un remolino gigante hasta que … páf! Cayó en un pueblo, en una calle. Ese pueblo era hermoso.
Ferchu estaba muy asustado, porque no sabía dónde estaba. Entonces decidió caminar para ver si encontraba a alguien que le explicara dónde estaba. Caminó, caminó y caminó hasta que por fin encontró a alguien, una niña llamada Lucía. Ésta le dijo que se encontraba en Mango un pueblo muy chico y como dije antes, hermoso. También la niña le contó que estaban en el año 1988. Fernando, sorprendido le trató de explicar que él venía como de otro mundo, muy diferente a éste.
Fernando estuvo dos meses en el pueblo sin poder aún escapar de él. Conoció muchos más niños y se quedaba a dormir en casa de Lucía, pero… extrañaba mucho a su familia y también pensaba lo preocupados que podrían estar.
Un día uno de sus amigos le contó a Fernando que su abuelo tenía un baúl muy viejo, y que no sabía qué había en él. Fer le dijo a u amigo rápidamente: -Vamos a tu casa. Ése es el baúl del que te he hablado y mi salvación!
Al llegar a la casa, ahí estaba el baúl. Lo abrieron el espiral apareció, como en el otro baúl. Entonces Fernando le dijo a su amigo que lo salude a todos los demás niños que él ya no tenía tiempo. Entonces se ubicó al lado del baúl, se despidió y ¡Paf!... cayó, pero ésta vez en la habitación de su abuelo. Preocupado e levantó y se dirigió hacia la cocina, en ella estaban sus padres junto a su abuelo, muy tranquilos. Ferchu muy contento y a la vez muy asustado pensando en la preocupación que había podido causar a sus padres los abrazó muy fuerte y les dice: -¡volví, volví!, ¡los extrañé mucho!
Sus padres no entendían nada y le contestaron:
-¡Si hace sólo tres minutos que no te vemos!
Fer se dio cuenta que el tiempo en Mango pasó volando, y para no preocuparlos más decidió no decirles nada más que:¡Era una broma!
Así Fernando aprendió que no tenía que desobedecer más a nadie, especialmente a su abuelo.LUCÍA ESCOBAR

SIN COCINERO (Cuento a partir de fragmentos)

Érase una vez un palacio del mundo de la fantasía, había perdido su cocinero. El rey le ordenó entonces a su intendente que procediera a la búsqueda de un nuevo chef, digno de cumplir las funciones de jefe de cocina del palacio.
A la alcaldía se presentaron muchas personas, dos monos con uniformes y títulos de cocineros del año 2005, el doctor Mocus (un gran científico) que no sabía cocinar mucho pero sí hacer grandes inventos, Pocho el que tiene un kiosco en la esquina también se presentó.
Pasaron los días. El rey se impacientó y convocó a su intendente.
-¿y bien? ¿Has encontrado el hombre que necesitamos?
-Señor, estoy bastante preocupado. Respondió el intendente. Y es que no he encontrado un cocinero, sino una vizcacha, que era la encargada de hacer las compras y cocinar.
Al principio, la cosa fue sencilla. La vizcacha cargaba su bolsa con esto y lo otro, y lo de más allá. Llegado el momento de pagar, siempre le faltaban unos centavitos.
-¡hay, qué inconveniente Don Tero! ¿Le pago otro día? Me he olvidado la billetera!
-¿Volver otro día? ¡Pero qué ocurrencia, Doña Vizcacha! Aquí lo que sobra es confianza en los clientes. Lleve todo y me lo paga mañana y, así, la vizcacha se salvaba. Volvía al palacio y con gran entusiasmo preparaba un banquete.
Sin embargo, el tero no se dio por vencido y se propuso esperarla día y noche hasta que saliera del palacio y en ese momento poder cobrar las deudas. Por desgracia, para el tero, la vizcacha nunca Salió.
Y allí e lo pasa, atento y vigilante haciendo guardia para que no se le escape la vizcacha.
Todos lo ven en el país encantado, con lo ojo enrojecidos por no dormir, pero siempre con su impecable pechera y el corbatín negro, ¡Todo un caballero!
MALVINA DIAZ

TODO AL ESPACIO

Un día en un pueblo de Santa Fe se hizo realidad el deseo más esperado de todas las mujeres: se anuló la ley de gravedad y el espacio se llevó a todos los hombres. ¡Ni se imaginan la alegría de las mujeres! Podían estar tranquilas sin un hombre que las moleste.
Se encontraban relajadas sin preocupaciones. Sin hombres IN-SO-POR-TA-BLES.
Luego de esto, sólo quedó un pueblo de mujeres pacíficas y agradables. Todas eran amigas y así siguieron sus vidas felices y contentas con sus pinturas, sus vestidos y sus tajetas de crédito.
Tiempo después formaban el pueblo más tranquilo de la zona y no se arrepintieron, siguieron haciendo su vida.
Algunas los extrañaron y se fueron al espacio con sus amados pero otras ¡ni locas!.

CAMILA COLAUTI

EL JUGADOR

En una ciudad llamada Rosario, vivía una pareja: Juana y Carlos.
Ellos siempre se llevaban muy mal. Hace quince años que se maltrataban porque el no compartía mucho tiempo con ella y aparte porque vivía jugando y perdiendo dinero. Llegó un momento que no tenían qué comer. Esto provocaba que se pelearan todo el tiempo, se tiraba con lo que tenían en las manos. Se herían pegándose y con palabras que dolían más que los golpes. Ella la abandonó.
Aunque siempre discutían él la amaba. Dejó de jugar y la invitó a Mar del Plata. Ella aceptó porque le conmovía que él se quisiera reconciliar.
Llegaron a la casa que habían alquilado en la que había una hamaca. Allí se recostaron. En ella se reconciliaron y se amaron.
Carlos aprendió que jugando no se gana nada.

LUCIA CERIANI