miércoles, 26 de marzo de 2008

FERNANDO Y EL BAÚL MÁGICO

Un niño llamado Fernando tenía un abuelo, Augusto, que tenía un llamativo y antiguo baúl.
A Fer le causaba mucha curiosidad lo que el baúl llevaba dentro, pero su abuelo le prohibió estrictamente que lo abriera hasta sus veinte años, y él recién tenía diez años.
Pero un día Ferchu, como lo llamaba su mamá, no aguantó más y lo abrió. Lo que llevaba dentro era realmente sorprendente. Era como un espiral, lila, amarillo, azul y rojo. Metió la mano en él y luego sintió un fuerte viento, que lo empujaba hacia el baúl, era como ir por un remolino gigante hasta que … páf! Cayó en un pueblo, en una calle. Ese pueblo era hermoso.
Ferchu estaba muy asustado, porque no sabía dónde estaba. Entonces decidió caminar para ver si encontraba a alguien que le explicara dónde estaba. Caminó, caminó y caminó hasta que por fin encontró a alguien, una niña llamada Lucía. Ésta le dijo que se encontraba en Mango un pueblo muy chico y como dije antes, hermoso. También la niña le contó que estaban en el año 1988. Fernando, sorprendido le trató de explicar que él venía como de otro mundo, muy diferente a éste.
Fernando estuvo dos meses en el pueblo sin poder aún escapar de él. Conoció muchos más niños y se quedaba a dormir en casa de Lucía, pero… extrañaba mucho a su familia y también pensaba lo preocupados que podrían estar.
Un día uno de sus amigos le contó a Fernando que su abuelo tenía un baúl muy viejo, y que no sabía qué había en él. Fer le dijo a u amigo rápidamente: -Vamos a tu casa. Ése es el baúl del que te he hablado y mi salvación!
Al llegar a la casa, ahí estaba el baúl. Lo abrieron el espiral apareció, como en el otro baúl. Entonces Fernando le dijo a su amigo que lo salude a todos los demás niños que él ya no tenía tiempo. Entonces se ubicó al lado del baúl, se despidió y ¡Paf!... cayó, pero ésta vez en la habitación de su abuelo. Preocupado e levantó y se dirigió hacia la cocina, en ella estaban sus padres junto a su abuelo, muy tranquilos. Ferchu muy contento y a la vez muy asustado pensando en la preocupación que había podido causar a sus padres los abrazó muy fuerte y les dice: -¡volví, volví!, ¡los extrañé mucho!
Sus padres no entendían nada y le contestaron:
-¡Si hace sólo tres minutos que no te vemos!
Fer se dio cuenta que el tiempo en Mango pasó volando, y para no preocuparlos más decidió no decirles nada más que:¡Era una broma!
Así Fernando aprendió que no tenía que desobedecer más a nadie, especialmente a su abuelo.LUCÍA ESCOBAR

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